Joan Ramos y Maria Vila

Maria Vila

Terapeuta Gestalt y Coach emocional

Titulación de Terapeuta Gestalt. Máster en Coaching. Máster en Programación Neurolingüística. Máster en Dirección de Empresas. 

Desde 2013 trabajo como coach y terapeuta especializada en jóvenes y adolescentes, y soy facilitadora de talleres grupales. También he impartido talleres para maestros de centros educativos sobre la educación consciente con adolescentes. Y trabajado en Espai Gestalt, centro en el que se ofrecen cursos de formación de terapias y sesiones individuales.

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Joan Ramos​

Profesor de meditación, Coach integrativo y Terapeuta Gestalt

Tras una constante búsqueda sobre las bases del comportamiento y aprendizaje humanos,  he indagado en diferentes metodologías como la Programación Neurolingüística, Coaching,  Terapia corporal integrativa, Tantra, Psicoterapia respiratoria, Educación Viva y Budismo. He profundizado en el estudio de prestigiosos maestros de la consciencia como Antonio Blay Fontcuberta, Krishnamurti, Ramana Maharshi, Nisargadatta Maharaj, Joe Dispenza, Deepak Chopra y Gerardo Schmedling, entre otros. 

Desde 2014 trabajo como terapeuta y acompaño a jóvenes y adolescentes en sesiones individuales de coaching. Facilito talleres y formaciones de educación emocional. También he acompañado talleres de Equinoterapia y Gestalt para empresas o grupos de sectores diversos. 

Imparto cursos de meditación y soy Tutor en “El Curso de sanación del niño interior”, donde acompaño  a revisar y transformar aquellas heridas de la infancia que arrastramos y que nos impiden abrirnos a la vida. Actualmente compagino mi labor de terapeuta trabajando con niños en una escuela de Educación Viva en Barcelona.

Nuestra historia y cómo nace ser kambio

Maria Vila

Soy la tercera de cuatro hermanos, siempre me dijeron que era una buena niña, sacaba las mejores notas, era la delegada de clase y hacía lo que se esperaba de mí.

Al terminar el bachillerato, como tantos jóvenes, no tenía claro qué estudiar. Recuerdo preguntarme cómo podía ser que en la escuela nadie nos hubiera enseñado a saber qué es lo que queríamos, me encontraba perdida. Dudé hasta el último momento entre Psicología, Magisterio o Administración y Dirección de Empresas. Ya de pequeña buscaba la manera de ayudar a los demás para hacerlos más felices, y pensaba que psicología podía ser una buena opción. También jugaba a ser profesora y evaluaba con dieces a todas mis muñecas, y les decía que si un diez les proporcionaba tanta felicidad como a mí, yo quería repartirla siendo maestra y evaluando con sobresalientes a todos mis alumnos. Por otro lado, siempre me había imaginado teniendo mi propia empresa, como mis padres, y los consejos de mi madre me animaron finalmente a decantarme por ADE.

Fue durante la carrera cuando hice mi primer curso de crecimiento personal “Autoconocimiento personal y profesional”. Recuerdo llegar a las 20h a casa entusiasmada por lo que había aprendido, cenar con mi familia y sentar a mis hermanos y a mis padres en el sofá, todos los días y explicarles todo el curso entero.

Desde entonces casi todos los libros que he leído han sido sobre este tema. Aún así, me fui a trabajar en la empresa de mi madre, donde me estaba formando para ser la futura directora y así ocupar su cargo en cuanto se jubilara, siguiendo su legado como ella quería. Estudié entonces un máster de Dirección de Empresas en la UPF.

En 2013, después de 6 años trabajando, dejé la empresa, lo que supuso un gran disgusto familiar. Sentía que me faltaba algo en ese trabajo, que en la vida tenía que haber algo más. Encontré el valor para no ser más esa niña buena que hacía todo lo que querían los demás, aunque eso me llevó a muchos conflictos y lágrimas.

Tenía frente a mí un papel en blanco y podía volver a empezar. Estudié entonces Programación Neurolingüística y descubrí las enseñanzas de Antonio Blay, y empecé a colaborar con un proyecto de crecimiento personal para jóvenes.

Ese mismo año me comunicaron que tenía cáncer, y todo cobró todavía más fuerza. Vi todavía con más claridad que ese camino que había empezado es el que quería continuar, ya no había dudas, la enfermedad y pasar por quirófano por primera vez, me dio tantísimo miedo, que a la vez fue el impulso que necesitaba para continuar con mi nuevo camino y no echarme atrás.

Los siguientes años estudié un Máster de Coaching y empecé a trabajar como coach de jóvenes y adolescentes, en sesiones individuales e impartiendo formaciones a grupos. Mientras, continuaba con las enseñanzas de Antonio Blay, donde conocí a Joan Ramos.

Joan y yo conectamos en seguida, cursamos la formación de Terapeutas Gestalt juntos. Compartimos una misma visión y manera de afrontar la vida, así como las ganas y el entusiasmo de transmitirlo. Esto ha dado como resultado este proyecto que llevamos a cabo con tanta dedicación y ganas.

En el mismo centro donde nos formamos me contrataron para trabajar, y continué acompañando a jóvenes que se sentían perdidos, principalmente sentían que no acababan de estar bien y no sabían por qué, no tenían claro qué querían en su vida, y cómo podían conseguir sentirse bien con ellos mismos.

En el proyecto de desarrollo emocional para jóvenes, donde Joan había estado de alumno, cada año asumía responsabilidades mayores. Pasé de acompañar a jóvenes, a coordinar el equipo de acompañantes, para en los siguientes años llevar la dirección del centro de Barcelona. Hasta que tuve a mi hija, momento en el cual quise dedicarle el máximo de mi atención y dejé la dirección, para continuar hasta la actualidad como una de las facilitadoras del programa de educación emocional para jóvenes, junto a Joan Ramos.

Tras ocho años haciendo sesiones de terapia y coaching, vi que cada vez tenía más pacientes que eran madres y padres, y no sólo hijos. También me pedían impartir talleres para maestros de centros educativos. Vi una demanda común, dar herramientas para acompañar a jóvenes y adolescentes, y tener una relación de confianza con ellos. Esto me hizo dar un nuevo enfoque a mi trabajo y centrarme también en ir directamente a la raíz, a la educación que nos plantean los padres. Esa educación que tanto hubiera querido que mis padres me mostraran en su momento, pero que nadie nos enseña.

Como madre me doy cuenta que el hecho de tener un hijo no comporta saber ser madre y padre, y que es muy importante acompañar a nuestros hijos a ser ellos mismos de la mejor manera. Trabajar la comunicación, poner límites de forma adecuada, ayudarles a tener confianza personal… son puntos básicos para conseguir tener una buena relación en casa con nuestros hijos, y acompañarles a descubrir qué es lo que quieren en sus vidas, y cómo conseguirlo.

Joan Ramos

Desde pequeño siempre he sido un niño muy vital, entusiasta y divertido, con una gran ambición de vivir del todo y pasarlo bomba. En casa y en la escuela era rebelde y conflictivo, no me gustaba estudiar y tenía dificultades para concentrarme. En mi adolescencia me diagnosticaron TDAH.

Crecí en una familia numerosa, rodeado de hermanos y hermanas, donde constantemente aparecían conflictos entre nosotros. Ahora veo como mis padres hacían todo aquello que buenamente podían para sobrellevar la situación, y lo mucho que les hice sufrir. Sentía que no había espacio para todos, era “una guerra” por obtener el cuidado, la atención y el cariño, donde en muchas ocasiones acababa sintiéndome solo. Gritaba y discutía a menudo con mis padres, les faltaba al respeto, y me peleaba con mis hermanas. Lo único que quería era salir con los amigos de fiesta y evadirme… no me gustaba estar por casa. Estaba completamente perdido.

Acabando la adolescencia mi energía era como un volcán que no encontraba su manera de explotar de una forma sana, y me sentía mal. Dependía económicamente de mi familia, y sentía que no tenía la libertad para hacer lo que quería. Tenía que cumplir con las expectativas de lo que mis padres esperaban de mí.

Con 19 años tuve un accidente de coche que me cambió la vida, y me dejó en shock. De golpe, tuve una experiencia transformadora de tocar la vida como nunca antes lo había hecho. Sentí mucho agradecimiento por estar vivo, y vi con rotunda claridad que tenía que dejar el estilo de vida que llevaba. Estaba totalmente perdido, el mundo me parecía falso, de cara a la galería. Tenía muy claro que no quería el modo de vivir que veía en mi entorno, pero tampoco sabía cómo vivir. Entré en una depresión, durante un tiempo me encerré en mi, buscando la forma de evadirme de este vacío existencial.

Casi 2 años más tarde, mi hermana me cogió de la oreja, y me llevó a un curso de crecimiento personal para jóvenes donde trabajaba Maria Vila. Y ahí empezó a cambiar todo. Pude ver como otros jóvenes también vivían cosas similares a las mías. Por primera vez pertenecía a un grupo de gente que era como yo, no estaba solo. Aprendí herramientas para salir de ese pozo en el que estaba. Empecé a dedicar mi tiempo a estudiar lo que me gustaba, dejé los malos hábitos, se transformó la relación con mis padres, se acabaron los gritos y discusiones continuas, y empecé a confiar más en mí mismo.

Me di cuenta que mi vocación estaba totalmente relacionada con mi experiencia de vida, y que quería acompañar a otros adolescentes rebeldes y deprimidos a conseguir vivir la vida que desean, a que aprendan a confiar en ellos mismos. Empecé a formarme con las enseñanzas de Antonio Blay Fontcuberta, donde conocí a Maria Vila, con quien nos formamos como Terapeutas Gestalt. Durante estos años de formación me interesé mucho por la Terapia Corporal Integrativa, el Teatro terapéutico, el Coaching, la PNL, Psicoterapia respiratoria, Reprogramación mental, entre otros.

Pronto empecé a ejercer como terapeuta, acompañando a jóvenes que habían pasado por dificultades similares a la mía, e impartiendo con Maria Vila formaciones de educación emocional para jóvenes. Fue muy gratificante sentir que podía empezar a devolver todo aquello que había aprendido y ver los cambios que realizaban en sus vidas. Continúe ofreciendo talleres de meditación. Poco más tarde, me ofrecieron ser tutor en los cursos de “Reeducación del niño interior”, donde prosigo compartiendo las enseñanzas de Antonio Blay, que también integro en las sesiones individuales y cursos que realizo con Maria Vila. Actualmente, lo compagino trabajando también en una escuela de Educación Viva, donde sigo profundizando en mi labor.

Y aquí nació Ser Kambio…

Durante estos años, a menudo nos encontrábamos que acudían a nosotros, madres y padres con la intención de que ayudaramos a su hijo, el cual no quería venir a las sesiones ni cursos. Entonces empezamos a enfocarnos también en acompañarles a comprender mejor el conflicto con sus hijos, y a ver los puntos clave para salir de esa situación de la mejor manera.

Estos años de trabajo con adolescentes y jóvenes, nos han permitido comprobar el papel tan importante de la educación en casa, para afrontar situaciones de agresividad, discusiones, faltas de respeto, depresión, baja autoestima, estar perdido, no saber qué estudiar…

En este punto nació nuestro proyecto donde acompañamos a madres y padres con hij@s adolescentes o jóvenes, que han pasado por situaciones similares a las nuestras, siendo conscientes de lo que necesita el hijo en estos casos, y todas aquellas herramientas que harán que esta situación se transforme.

Desde 2013 acompañamos a jóvenes y adolescentes en sesiones individuales e impartiendo formaciones de educación emocional para grupos, para ayudarles a gestionar sus emociones, y saber qué es lo que quieren en su vida a nivel personal y profesional, y cómo conseguirlo. Fruto de nuestro recorrido y experiencia en coaching y terapia gestalt y meditación, cada día confiamos más en el poder de transformación de las personas.

En este punto nació nuestro proyecto donde acompañamos a madres y padres con hijos adolescentes o jóvenes, que han pasado por situaciones similares a las nuestras, siendo conscientes de lo que necesita el hijo en estos casos viviendo una etapa tan importante de su vida, y todas aquellas herramientas que harán que esta situación se transforme.